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Es necesario matizar que ni en la época colonial ni en la época de los inicios de la república podemos hablar de autobiografías como tales. Como señala Daniel Shea, la autobiografía surge como tal género en los Estados Unidos en 1809 (25). Así, si utilizamos el término autobiografía es siempre de modo figurado. Es lo que ocurre con la de Benjamin Franklin. Es un lugar común que su título más conocido sea La autobiografía de Benjamin Franklin. Si consultamos el título que él le dio, observamos que dicho término no aparece hasta 1906 en la edición que hace Bruce Rogers del escrito. Las ediciones de los siglos XVIII y XIX vacilan entre la expresión vida de y el vocablo memorias. Así, las dos publicaciones periódicas que avanzan el texto lo titulan “Historia de la vida y de la naturaleza de Benjamin Franklin” publicado por el Dr. Henry Stuber en Universal Asylum and Columbian Magazine entre mayo de 1790 y junio de 1791 y “Memorias del difunto Benjamin Franklin” publicado por Matthew Carey en American Museum entre julio y noviembre de 1790. A partir de esas dos publicaciones se suceden otras, en inglés y en francés, que insisten en la historia de una vida o en las memorias: Mémoires de la vie privée de Benjamin Franklin, écrits par lui-même, et adressés a son fils. Trad. Jacques Gibelin. París: Chez Buisson, 1791 u Obras del difunto doctor Benjamin Franklin: Contiene su vida escrita por él mismo, junto a ensayos humorísticos, morales y literarios. 2 vol. Londres: G.G.J. and J. Robinson, 1793. Del mismo modo, en su correspondencia el propio Benjamin nunca menciona la palabra autobiografía. Como podemos leer en la edición crítica preparada por J.A. Leo Lemay y P.M. Zall, en sus cartas a Matthew Carey, al duque de la Rochefoucauld o a Benjamin Vaughan, utiliza los términos ‘memoria’ o ‘historia de mi vida’ (205-206).

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