Читать книгу El mundo sin mamá онлайн

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No podemos visitarla. La terapia intensiva es una distancia mayor sobre la distancia que ya impuso la pandemia. El coronavirus es un curso acelerado de conciencia de finitud y vulnerabilidad. Una nueva caída del paraíso de la omnipotencia.

Afuera, el sol naciente, la esperanza del inicio, como la vida de mamá cuando era joven y vital y cocinaba y trabajaba y nos íbamos todos de pesca. El pasado, visto a la luz de este presente, parece más bello. Añoro regresar a ese tiempo sin tiempo en el que no era consciente de la belleza que hoy se desvanece. Adentro, el dolor y las preguntas que no tienen respuestas: ¿Qué le pasó? ¿Saldrá de esto?

El sábado pasado estuve en su casa y la encontré muy desmejorada, como si se hubiese acelerado el proceso de su envejecimiento. Hay una curva descendente, violenta, una montaña rusa donde resulta imposible detener la decadencia. Cuando me fui no pude quitarme de la mente esa imagen de mamá, caricatura hecha por un Botero drogado y perverso. Me puse en contacto con mis hermanos. Apuramos turnos, masajes, placas, médico domiciliario, lo que fuera necesario para evitar lo que finalmente sucedió; los emisarios de la enfermedad resultaron más rápidos que nosotros.

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