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ALCIBÍADES. —Lo mismo que tú.

SÓCRATES. —Y si me preguntases lo mismo sobre el ojo respondería igualmente, que está bien cuando tiene buena vista, y mal cuando tiene ceguera; sobre los oídos lo mismo, que están bien cuando tienen todo lo que necesitan para oír, sin ninguna disposición para la sordera.

ALCIBÍADES. —Eso es cierto.

SÓCRATES. —Y en un Estado, ¿qué es lo que debe haber o no haber para que se halle en la mejor situación posible?

ALCIBÍADES. —Me parece, Sócrates, que es preciso que la amistad reine entre los ciudadanos, y que se destierren entre ellos el odio y la división.

SÓCRATES. —¿Qué llamas amistad? ¿Es la concordia o la discordia?

ALCIBÍADES. —La concordia ciertamente.

SÓCRATES. —¿Cuál es el arte que hace que los Estados concuerden, por ejemplo, sobre los números?

ALCIBÍADES. —Es la aritmética.

SÓCRATES. —¿Es un arte en el que concuerdan entre sí los particulares?

ALCIBÍADES. —Sí.

SÓCRATES. —¿Y cada uno consigo mismo?

ALCIBÍADES. —Sin dificultad.

SÓCRATES. —¿Y cómo llamas al arte que hace que cada uno concuerde consigo mismo siempre sobre la magnitud de un pie o de un codo?, ¿no es el arte de medir?

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