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PROTARCO. —Sin duda.

SÓCRATES. —Tener sed, ¿no es advertir un vacío?

PROTARCO. —Ciertamente.

SÓCRATES. —La sed ¿no es un deseo?

PROTARCO. —Sí, de bebida.

SÓCRATES. —¿De bebida, o de verse saciado con la bebida?

PROTARCO. —Sí; de verse saciado, en mi opinión.

SÓCRATES. —De manera que desea, al parecer, lo contrario de lo que experimenta, porque, notando el vacío de la sed, desea que cese este vacío.

PROTARCO. —Es evidente.

SÓCRATES. —Y bien, ¿es posible que un hombre que se encuentra con este vacío por primera vez, llegue, sea por la sensación, sea por la memoria, a llenarlo de una cosa que no experimenta en el acto, y que no ha experimentado antes?

PROTARCO. —¿Cómo puede suceder eso?

SÓCRATES. —Sin embargo, todo hombre que desea, desea alguna cosa; decimos nosotros.

PROTARCO. —Sin duda.

SÓCRATES. —No desea lo que él experimenta, porque tiene sed; la sed es un vacío y desea llenarlo.

PROTARCO. —Sí.

SÓCRATES. —Es necesario que aquel que tiene sed, llegue a la repleción o la satisfaga por alguna parte de sí mismo.

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