Читать книгу Las rutas de la seda en la historia de España y Portugal онлайн

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Los tejidos de seda actuaron como los mediadores primarios en el intercambio cultural debido a su portabilidad y alto estatus. Con estos objetos de gran lujo los estilos y motivos cruzaron fronteras culturales, así como las innovaciones tecnológicas que dieron lugar a piezas de gran sofisticación, gracias al comercio y al establecimiento de rutas de circulación. Eran bienes que no respondían a una demanda individualizada, lo que favoreció las interacciones entre centros; no obstante, formaron parte de la cultura material de la sociedad que los produjo y de su estética, a pesar de la dificultad de su clasificación en ocasiones por partir de una tradición técnica y decorativa común y debido a la copia de piezas y diseños que habían causado impacto, de ahí la importancia de la caracterización que permita establecer diferencias entre las manufacturas.

La producción textil fue una de las industrias más potentes en la Antigüedad y la Edad Media y los tejidos de lujo constituyeron la base de la economía de sociedades como la bizantina y la islámica en la cuenca del Mediterráneo. Su importancia fue tal que formaron parte del paisaje visual y de la vida diaria en espacios profanos y sagrados, públicos y privados, cortesanos y domésticos. Su uso fue señal de prestigio, por eso traspasaron barreras religiosas valorándose por la calidad de la seda, el oro, los colorantes y la decoración. Su procedencia diversa facilitó la formación de un vocabulario estético ajeno a significados religiosos, valorándose lo matérico, es decir, lo importante es que fueran de seda, porque la seda ejercía fascinación y otorgaba respetabilidad, estatus e identidad social.

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