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Las altas jerarquías eclesiásticas, la nobleza y la monarquía de los reinos cristianos serán importantes clientes, ya que adquirieron telas estandarizadas realizadas en serie con idénticas composiciones, medidas y variaciones en motivos y colores,ssss1 o realizaron encargos, como es el caso de las piezas blasonadas o scutuladas, clara muestra de una condición social –manto y aljuba de Fernando de la Cerda (Museo de Telas Medievales, Burgos), manto de Fernando III (Armería del Palacio Real, Madrid), capa del arzobispo don Sancho de Aragón (Museo de Textiles y Tapices, catedral de Toledo).

Algunos de los tejidos de este periodo combinan la seda para las tramas junto a lino o lana en las urdimbres, son las denominadas filosedas, consideradas de menor calidad, por lo que se atribuyen a talleres mudéjares que trabajaban para los cristianos,ssss1 pero probablemente la mezcla de fibra no estaría en función de la ubicación de los talleres, sino del precio de las telas resultantes, teniendo en cuenta que el género obtenido cumplía las exigencias de lujo tan del gusto en la sociedad occidental como símbolo de magnificencia y ostentación. Las medias sedas con mezcla de fibras se utilizaron en la Antigüedad tardía, cuando se incorporó este material a la producción, y también se documentan en Bizancio durante los siglos X y XI para producir piezas de gran valor estético y menor valor material.ssss1

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