Читать книгу Ser padre con san José. Breve guía del aventurero de los tiempos posmodernos онлайн

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Cuando uno es Job, padre de siete hijos y de tres hijas, puede exclamar con genuina fuerza: Perezca el día que me vio nacer (Jb 3, 3). Y cuando uno está con un crío de tres años, puede jugar al escondite con innegable legitimidad detrás de las lápidas de un cementerio. Solo los niños nos llaman plenamente tanto a la simple dicha de vivir como a la inmensa angustia de morir.

3. En cualquier caso, la cuestión no acaba aquí. Las consideraciones que vengo haciendo conciernen tanto a la madre como al padre. En cuanto a este último —y, por lo tanto, en cuanto a mí—, los cargos de la acusación son todavía más numerosos. Al asesino en serie no se le puede acusar de prolongar el patriarcado, ni de obligar a una mujer a soportar las molestias de nueve embarazos, ni de no ser lo suficientemente maduro para asumir la responsabilidad de una buena educación o de un camino seguro hacia la felicidad.

Sin duda, quitarle la vida a alguien implica una enorme arrogancia; pero ¿es menor la arrogancia de dar la vida y de erigirte en su administrador cuando no estás capacitado y no sabes nada de ella? ¡Cuánta presunción —he de confesarlo— al ver lo que queda en mí de ese eterno adolescente que se obstina en negarse a transportar un útero artificial dentro de una mochila Westpack!

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