Читать книгу Conservación en la Patagonia Chilena. Evaluación del conocimiento, oportunidades y desafíos онлайн

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Una red de áreas protegidas interconectadas y efectivas en la Patagonia chilena sería una estrategia de conservación propicia para reducir las pérdidas de biodiversidad, incrementar la resiliencia de los ecosistemas frente a procesos de industrialización y para atenuar y adaptarse a los efectos del cambio climático. Muchos forzantes del cambio global se originan más allá de los límites de las áreas de conservación. Así, por ejemplo, actividades antrópicas en los continentes tienen consecuencias relevantes para los ecosistemas marinos costeros (Glavovic et al., 2015). Además, las conexiones biogeoquímicas y ecológicas entre los sistemas terrestres y marinos sustentan numerosas cadenas tróficas, a través de flujos de energía y nutrientes (Álvarez-Romero et al., 2011). Los efectos de la intervención humana en el manejo y la extracción desproporcionada de recursos de los sistemas terrestres costeros se transmiten a través de las cuencas hidrográficas hasta el océano, afectando la biodiversidad marina (Stoms et al., 2005). Una limitante del actual sistema de áreas protegidas en la Patagonia chilena es que la extensa interfaz marino-terrestre, contigua a las áreas protegidas, no ha sido plenamente integrada en el diseño y gestión de la conservación. Tampoco ha existido una internalización para la conservación del estrecho vínculo de los ecosistemas terrestres y marinos con la sociedad, en el contexto del actual Antropoceno (Ellis, 2015). Por su configuración geográfica e historia, la conservación real de la Patagonia chilena requiere incorporar explícitamente las conexiones mar-tierra-sociedad en la gobernanza y la planificación. Esto es, sin duda, un gran desafío que exige coordinar esfuerzos de muchos actores con los compromisos ambientales de la región, el país y el mundo.

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