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En esos momentos, el gobierno del presidente Trump no estaba en condiciones de ejercer influencia en Europa, tanto así que una anunciada visita del secretario de Estado Mike Pompeo a Bruselas en el mes de enero de 2021 debió ser cancelada porque el canciller de Luxemburgo señaló que no lo recibiría (Hudson 2021).

Sin embargo, se podría haber pensado que la opinión del presidente entrante, Joe Biden, sí haría una diferencia. Biden es un viejo amigo de la Unión Europea, con una amistad cementada en sus numerosos años presidiendo la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado de los Estados Unidos y en su constante participación en la Conferencia de Seguridad de Múnich, en la cual volvería a participar, ya como presidente, en febrero de 2021. Biden también había señalado que el mejorar la relación con los aliados de los Estados Unidos, particularmente con la OTAN, era una prioridad. Y aunque la ley no permite a las autoridades de un gobierno entrante negociar por anticipado con gobiernos extranjeros, su opinión contraria a la firma del tratado fue trasmitida en forma privada, y su futuro asesor nacional de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, tuiteó al respecto.

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