Читать книгу El no alineamiento activo y América Latina. Una doctrina para el nuevo siglo онлайн

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Nada de ello fue suficiente, y la Unión Europea, con el decidido liderazgo alemán, dio el vamos al acuerdo con China. Pocas instancias reflejan mejor los cambios que se han dado en la arquitectura del orden internacional que este desencuentro entre Bruselas y Washington en torno a un tema tan central y emblemático como las relaciones con China. En algo muy sensible para el gobierno entrante de los EE. UU., la UE, liderada por el principal país miembro, se fue por su cuenta. Durante el gobierno de Trump el mensaje fue fuerte y claro. Estados Unidos no cree en la Unión Europea, no está convencido que la OTAN sea necesaria, ni que la alianza transatlántica tenga razón de ser. Es más, el gobierno de los Estados Unidos alentó al Reino Unido a abandonar la Unión Europea, prometiendo a cambio algún tipo de acuerdo comercial con los Estados Unidos. Y si bien no había razón para dudar del nuevo enfoque hacia Europa anunciado por la nueva administración, tampoco es obvio que este vaya a durar (Crowley y Erlanger 2021). En cuatro años más, con la vuelta de un nuevo gobierno republicano, ya sea liderado por Trump o por otro líder, se podría volver a fojas cero. En esas condiciones, ¿valdría la pena echar por la borda siete años de negociaciones sobre algo tan importante para el futuro económico de la UE, solo para acomodar un cambio de gobierno en Washington? En la alianza transatlántica se ha roto la confianza mutua, algo no fácil de recomponer.

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