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La parada del autobús no está lejos de casa: salimos, caminamos un poco, luego cruzamos por el semáforo, torcemos para allí, caminamos otro poco y pasamos por una zapatería con toldo. Un poco para allá y llegamos a una parada que no tiene techo. Si se pone a llover, corriendo a la zapatería.

De lejos vi a María y a su hermano y a dos niños de 5º que ya no juegan en la parada. Casi siempre hablan de sus cosas. Falta Juan. Es mi amigo del autobús, pero no va a mi clase; es de B.

¡Ahí viene!¡Uf! Creía que había cambiado de parada. A veces pierde el autobús porque su hermana va a 6º y ocupa el baño mucho tiempo.

Justo cuando llegó Juan, vimos el autobús. Besos a mamá y a Nico, que siempre quiere subir con nosotros. Él se va a la guarde a jugar. ¡Rumbo al cole!

La cuidadora del autobús se llama Diana, pero el conductor la llama Leididí. Hay que estar bien sentados, no levantarse, no comer chuches, no gritar, no pintar en los cristales cuando se empañan, no poner los pies en el asiento de delante, no pelearse ni en broma ni en serio, no distraer al conductor, no sacar los juguetes de la mochila, no poner la zancadilla a los que entran en otra parada y dejar salir a los pequeños primero. Si haces todo eso, Leididí está contenta. Solo riñe a los mayores porque no cumplen las normas. Las normas están para cumplirlas y si no, vas a la Directora.

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