Читать книгу La transición española. Una visión desde Cataluña. Tomo I онлайн

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Finalizado el acto, cayeron algunos pendones cuatribarrados desde lo alto de la sala. Un puro simbolismo que me hizo recordar aquellos actos de exaltación patriótica en el preámbulo de la Segunda Guerra Mundial dentro de un clamor inenarrable y con una muchedumbre enfervorecida fuera de sí.

—Bueno, Eduardo —pregunta Toni—. ¿Parece que finalmente se van a cumplir tus conclusiones sobre la Asamblea?

—No creas que me alegra —respondí—. Aún no salgo de mi asombro.

La despedida con mi amigo Toni Salamanca, antiguo compañero en el Cedesc, fue la esperada, emotiva como no podía ser de otra forma,


Ponencia, Iglesia de Sant Agustí el 7 de noviembre del 2011.

quizás algo fría. Desde entonces no nos hemos vuelto a ver, aunque recientemente hemos hablado por teléfono recordando los tiempos pasados y cómo habíamos tomado rumbos tan dispares el uno del otro.

Pasaron algunos meses hasta que, de nuevo, volví a recordar aquel encuentro en la iglesia de Sant Agustí. Por aquel entonces estaba en el trance de defender mi tesis doctoral en Madrid. Un trabajo denso y complicado que tras un largo recorrido comenzaba a tener sentido, no solo en el papel sino en la realidad. De hecho, pasé de ser puro espectador a protagonista de esta historia. En sí —pensaba yo—, la defensa de mi trabajo de investigación trataba de argumentar una propuesta lógica y creíble, ante todo un tribunal científico-académico presidido por un prestigioso historiador catalán, de lo que fue el origen y desarrollo de la Asamblea de Cataluña. De nuevo, cuatro décadas después, las causas y los hechos que motivaron a muchos catalanes que formaron parte de la Asamblea a reunirse en aquella iglesia siguen siendo válidos. No han olvidado aquel deseo patrio, esperando con anhelo proclamar otra vez desde lo más profundo de su ser el resurgir de la nueva «¡Asamblea de Cataluña!, ¡La Asamblea Nacional de Cataluña! ¡La independencia! ¡La libertad para Cataluña del yugo español!».


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