Читать книгу La transición española. Una visión desde Cataluña. Tomo I онлайн

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—¡No me lo puedo creer! —reflexioné en solitario—. Siguen la misma táctica que a comienzos de los años setenta. El entorno de la crisis socioeconómica favorece a los intereses desestabilizadores de los conspiradores. Solo necesitan un culpable, un chivo expiatorio. Antes, en los años setenta era el Caudillo; ahora tenemos al presidente del Gobierno, que representa para ellos el máximo exponente de esa España rancia que, según los fanáticos independentistas, nos roba. Sin embargo…—vuelvo a reflexionar— algo falla en esta estrategia. Todavía falta conectar el mensaje identitario y esperanzador que promulgan los secesionistas con la clase trabajadora, aunque, quizás esta vez haya sido más fácil dirigirse a los cientos de miles de parados en Cataluña que buscan un porvenir mejor, aquel trabajo que tenían y que ¡España les ha quitado! Esos seguro que darán la cara por la causa. Finalmente, solo queda por comprometer al sector educativo y universitario. Para ello es necesario relacionar el ¡desagravio!, consumado por el Tribunal Constitucional, al Estatut y más concretamente a la Ley de Normalización Lingüística, promulgada y desarrollada por la Generalitat, con la nueva línea educativa, reaccionaria ante los intereses identitarios del ministro Wert. Creo que con esto el círculo está cerrado.


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