Читать книгу La transición española. Una visión desde Cataluña. Tomo I онлайн
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Por otro lado, y fuera de nuestras fronteras, el mes de abril fue prolijo en noticias de cierto alcance político. El día 16 murió la última reina de España, Victoria Eugenia de Battenberg136 en su exilio de Lausanne (Suiza); mientras que en Francia el presidente Charles De Gaulle, trastocado en parte por los sucesos de mayo del año anterior, dimitió el día 28 al perder un referéndum, siendo sustituido por Georges Pompidou137. Y mientras que al otro lado del océano el pueblo norteamericano celebraba las exequias del expresidente Eisenhower138, en España, como si eso de la política no fuera con nosotros, los amantes de la mejor televisión —la única diría yo— aplaudíamos a la cantante Salomé por su triunfo en el Festival de Eurovisión139.
En Cataluña, como preludio a los actos conmemorativos del 1º de Mayo, la prensa recogió pequeños comentarios censurados sobre disturbios obreros y estudiantiles en Barcelona, en contraste con la XII Demostración Sindical, que contaba con todo el apoyo propagandístico del régimen. El 27 de mayo, siguiendo su política de bloqueo democrático, el Consejo Nacional del Estado elaboró las llamadas Bases del Régimen Jurídico Asociativo que establecía una serie de normas jurídicas que evitaban la posibilidad de formar partidos políticos, centrándose el sistema en lo que se denominaron «asociaciones políticas». Estas, la mayoría afines al régimen, iban tomando forma, algunas con el propósito de «impedir que España se suicidara», según publicaban algunos periódicos, destacando entre ellas: Acción Política, Reforma Social Española, Democracia Social, Fuerza Nueva, Distrito Centro, Vieja Guardia, Círculos Doctrinales José Antonio, Justicia y Legalidad. Todas estas organizaciones estaban inscritas dentro del Movimiento por lo que a simple vista todo indicaba que nada iba a cambiar y la tan esperada abertura pluripartidista deseada por algunos se disolvió al instante.