Читать книгу Mi gran boda millonaria онлайн

10 страница из 85

Pero no Nell Carpenter, que lo único que tiene es una deuda tan enorme como un agujero negro.

Me pongo de pie, tiro el extracto de mi préstamo estudiantil a la basura, me envuelvo en mi manta más calentita y, hecha polvo, me desplomo en el sofá.

Courtney me mira con pena.

—Cielo… ¿Sabes qué? Esta noche echan Solteros de oro en la tele. ¿Qué tal si me cambio, calentamos una pizza congelada y lo vemos juntas? Así podemos burlarnos de lo patéticos que son todos los concursantes.

Ni siquiera contesto. Ella sabe que nunca veo esas cosas ni como nada congelado. Mis maneras de entretenerme incluyen leer, escuchar música clásica, practicar con mi arpa y limpiar la casa. Además, cuido mi alimentación. Algunos consideran que tengo TOC, pero no es verdad. Solo soy exigente conmigo misma.

Cuesta creer que hayamos durado tanto como compañeras de piso. Por suerte no es una completa vaga. Courtney es una de las pocas personas que puede soportar mis rarezas; por una parte, porque el trato con ella es bastante fácil, y, por otra, porque no le quedó más remedio. En nuestro primer año en Emory nos vimos obligadas a compartir cuarto y, desde entonces, hemos vivido siempre juntas. Cuando digo que me cuesta hacer amigos, miento. En realidad, ni siquiera lo intento. Que sí, que serán importantes, pero siempre he dejado claro que mi prioridad son los estudios, por lo que nunca he salido de fiesta ni cotilleado con nadie o frecuentado la sala común. Pero parecía como si no me hubiera quedado otro remedio que hacerme amiga de Nee, como si el hecho de estar tan cerca y compartir una habitación diminuta lo dictase. Los primeros meses hasta me resistía, pero Courtney es encantadora y está llena de vida. Siempre cae bien a todo el mundo. Con el tiempo, acabamos yendo al comedor y estudiando juntas y nos hicimos mejores amigas.

Правообладателям