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Levanto la hoja por una esquina como si estuviese sucia y la dejo caer al suelo.

—¿Crees que Gerald irá?

Courtney resopla.

—No.

—Pero…

—Nell. El tren Gerald no solo ha salido de la estación, sino que ya está en otro país y se aleja de ti cada vez más rápido.

Eso, Nee, tú no te cortes. Pero sí. Ya lo sabía. Aun así, siempre mantengo la esperanza en sus ojazos azules. Antes de conocerlo nunca me había interesado especialmente ningún chico, pero no dejaba de encontrármelo en la biblioteca. Acabó pidiéndome que estudiásemos juntos y llevo colada por él desde entonces. Es monísimo, practica esgrima, entiende de vinos y ama el arte y la música clásica. En definitiva, es el hombre de mis sueños.

También trabaja como interno en el Hospital de Niños de Atlanta y está prometido con una Barbie que estudia medicina. Hace nueve meses que rompimos. Lo normal sería que, a estas alturas, ya hubiese pillado la indirecta y hubiese dejado de enviarle mensajes todas las semanas.

Eso sería lo que cualquier chica con dos dedos de frente haría.

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