Читать книгу Mi gran boda millonaria онлайн

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La gente empieza a quitarse la ropa como si no fuese mucho pedir. Los hombres están sin camiseta, pero es que las mujeres no se quedan atrás. La chica que llevaba la parte de arriba del bikini se baja los pantalones y descubre su vientre plano.

Me estremezco. Miro abajo. Yo ya voy con pantalones ajustados y camiseta holgada encima del sujetador deportivo. No quiero quitarme nada más, o perderé mi dignidad.

Por suerte, Eloise no me pide que me quite la camiseta. Me subo las gafas y me pregunto si de verdad parezco tan repulsiva como para que la gente no quiera verme desnuda.

Los miembros del personal nos colocan en filas de forma que hombres y mujeres estamos alternados. Me pongo en segunda fila, al lado de un asiático, y entonces me doy cuenta de quién se va a poner al otro lado.

El yeti.

No puedo mirar.

Madre mía, menudo torso.

Es todo músculos tonificados, bronceados y fuertes. Lleva tatuajes por todos lados y tiene unos abdominales increíbles. Para lo guarro que pensaba que era, huele muy bien.

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