Читать книгу Apuntes de Historia de la Iglesia 6. Edad Contemporánea - Siglo XX онлайн

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El liberalismo del nuevo zar es un tanto nebuloso, pues acoge toda suerte de ideas dispares y se detiene al percibir que Napoleón proyecta invadir Rusia. Los ejércitos napoleónicos son, por todas partes, difusores de las ideas revolucionarias, sustituidoras en el gobierno de los pueblos de la fe en Cristo por las ideologías del XVIII; en especial, las de Voltaire y Rousseau. Tal pretensión irreligiosa, y los consiguientes desmanes de profanaciones, blasfemias, incendios de iglesias..., en España habían provocado la gran sublevación (1808-14) que Bonaparte no logra dominar. En Rusia, sucederá en 1812 algo similar, y aún más definitivo para su suerte. El zar decide no pactar con el corso y hacerle frente. Le asiste el profundo sentir religioso de su pueblo que, animoso, se dispone a una resistencia heroica147.

La invasión napoleónica

En junio de 1812 los ejércitos de Napoleón entran en Rusia. Ante el arrollador avance de la Grande Armée, las tropas rusas, dirigidas por el anciano Kutusov, adoptan la estrategia de la retirada, cada vez más hacia el Este del inmenso país, y sin aceptar entrar en combate abierto hasta unos 160 kilómetros antes de Moscú, en que se da, en septiembre, la batalla de Borodino, la más sangrienta del siglo XIX europeo (en un solo día, más de 50.000 muertos de cada parte). Bonaparte, pese al resultado indeciso de la batalla se proclama vencedor y aguarda durante varias semanas desde las colinas próximas a Moscú a que alguna delegación rusa venga a pedirle condiciones de paz. Fue en vano: el ejército ruso no se da por vencido, y después de cruzar rápidamente Moscú marcha hacia el Sudeste.

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