Читать книгу Apuntes de Historia de la Iglesia 6. Edad Contemporánea - Siglo XX онлайн

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En el XIV, al prevalecer sobre la fe las distintas razones de Estado de cada una de las naciones, se llegó a la ruptura. Quiebran incluso las “universidades” –así llamadas por acudir a ellas a graduarse estudiantes de toda Europa– al tener que marchar cada uno a su patria, donde cada país se crea sus “universidades nacionales” (términos más bien contradictorios). Permaneció la común fe católica, pero va apareciendo la nación como lo supremo, lo excluyente del otro, que no es lo mismo que el debido amor a la patria. Es el origen de los nacionalismos en Europa. Significativamente, en el Concilio de Constanza (1414-17), que logra acabar con el Cisma de Occidente, las votaciones se tenían “por naciones”, y no por padres conciliares.

La tremenda Guerra de Treinta Años (1618-48), en la que Francia interviene decisivamente en favor de la causa protestante, deja en Alemania muy tristes recuerdos y una enorme humillación por la siguiente supeditación en lengua y modas de la alta sociedad germana a todo lo francés. En el último tercio del XVIII surge la reacción prerromántica del Sturm und Drang de jóvenes poetas y filósofos, entusiastas de Rousseau y afectos al panteísmo de Spinoza, y para los que lo constitutivo de “el pueblo alemán” es un alma única (ein volk, ein geist), “el que le da la vida”. Es un mito que marca trágicamente su historia desde entonces y origen decisivo del nacionalismo germánico, de connotado resentimiento antifrancés.

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