Читать книгу Colombia frente a los escenarios del pacífico. ¿De qué pacífico hablamos? онлайн

10 страница из 60

Me debo a mí y a quienes me conocen algunas confesiones en público: yo no tenía por qué asumir tal oficio de “negro” o escritor fantasma del presidente Belisario Betancur. Fui elegido por buen escritor y por mi condición ingenua. Nunca se me corrigió una coma, ni se me dijo qué acentuar y qué evitar. Durante esos cuatro años, no hablé con el presidente Betancur más de treinta minutos discontinuos. Él solía encauzar los encargos por medio de Bernardo Ramírez, ministro de Comunicaciones, o por la jefatura del Departamento Nacional de Planeación. Solo en dos ocasiones llamó para urgir entregas por premura de tiempos. No conté con asesores, ni delegué nada de la escritura, pese a ser jefe de Unidad de Desarrollo Social, trabajo complejo que no dejé de ejercer. No poseía más fuentes que los aburridos informes ministeriales al Congreso y una revisión microscópica de toda la prensa. No solamente no recibí un centavo por ello, sino que sería bien castigado por poner un límite impasable entre mi libertad para servir, como yo creía, a la Nación, más que al Estado, y por declinar los ofrecimientos —que los hubo—, de cooptación y de adscripción a cortesanías y a círculos íntimos del poder del gobierno, a los que rehusé con mi proverbial ingenua indiferencia.

Правообладателям