Читать книгу La pandemia de COVID-19 y los cambios en las condiciones de vida онлайн
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En cuanto a la epidemia de gripa de 1918, las descripciones son aún más detalladas y amplias, y convergen en mostrar cómo la vida social fue totalmente trastocada, en un ambiente general ya de por sí desquiciado por los efectos de la guerra. Estudios en diferentes partes del mundo han mostrado cómo, bajo las directrices del higienismo de la época, las ciudades emprendieron algunas medidas de limpieza, el cierre de escuelas y la clausura de espectáculos públicos. Además de evitar las reuniones en espacios cerrados, se tomaron medidas de cuarentena; en varios sitios se alentó para que las personas usaran tapabocas y en otras se prohibió, con cierto tesón, que la gente escupiera en el suelo. De igual manera se establecieron cordones sanitarios y se recurrió a la desinfección con creolina y otras sustancias (Echeverri, 1993; Eslava et al., 2017).
La preocupación por el manejo de los cadáveres también estuvo muy presente y eso llevó a que se decretaran algunas disposiciones para el entierro de los fallecidos y se alteraran algunos rituales en las procesiones y en los cementerios. Asimismo, se usaron señales especiales para identificar los lugares donde vivían personas enfermas y se intentó mantener a los niños dentro de sus casas. Estas medidas de higiene pública se acompañaron con medidas de higiene personal las cuales, en buena medida, tuvieron el aval médico. Entre estas acciones se encontraba el lavado y la desinfección de boca y fosas nasales, la disciplina del distanciamiento social, alejarse de los enfermos, descansar bien, ventilar la casa y, de modo especial, garantizar una alimentación sana y adecuada (Echeverri, 1993; Aimone, 2010).