Читать книгу Instrumental. Memorias de música, medicina y locura онлайн

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La chica es demasiado guapa, buena, generosa.

El hombre la abraza. Ella no se mueve.

Él extiende el brazo y le aparta el pelo de los ojos.

HOMBRE: Cariño, te quiero muchísimo. Te echo de menos. Te deseo.

MUJER (con la voz ronca y aún medio dormida): Yo también te quiero, precioso. Todo va bien, tesoro. Te lo prometo.

La joven se vuelve a dormir.

El hombre empieza a acariciarle el pecho derecho y le besa el cuello. Lo hace de forma torpe, desesperada. Da mal rollo.

MUJER: Mmm. ¿Puedes dejarme dormir un poco más, cielo? Eres muy sexy. Todavía es prontísimo.

La mujer vuelve a dormirse.

El hombre sale de la cama con dificultad y una actitud pasivo-agresiva, se viste ruidosamente y da un portazo.

Entra en la cocina y enciende la cafetera.

HOMBRE (imitándola): «Todavía es prontísimo»... Hay que joderse.

Una pausa que recuerda a Pinter.

HOMBRE (paseándose de un lado a otro con una rabieta, dirigiéndose al público): Joder, es que me odia. A cualquier otro se lo estaría follando a base de bien. Durante mogollón de rato. Seguramente ahora se está masturbando mientras piensa en algún gilipollas del gimnasio. En alguien que no es inseguro ni quejica. Uno de esos imbéciles llenos de aplomo y seguridad en sí mismos. Que puede decir la palabra «tronco» sin que le quede mal. También hablar de fútbol y resultar convincente. Encontrar y accionar una llave de paso.

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