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Cuadro 2. Población entre 25 y 64 años con estudios secundarios posobligatorios o superiores en la Unión Europea, 1995-2019
(porcentaje del total)
1995200520152019República Checand89,993,293,8Poloniand84,890,892,6Finlandia66,878,887,790,1Alemania81,283,186,886,6Suecia74,183,684,386,1Hungríand76,483,285,0Dinamarca79,581,079,781,5Francia58,866,777,680,4Países Bajosnd69,576,479,6Grecia42,660,270,476,8Italia35,350,159,962,2España29,548,857,461,3Portugal21,926,345,152,2UE-27nd69,076,178,4Fuente: Eurostat.
La comparación entre costes presentes y beneficios actualizados refleja unas tasas de rendimiento educativo que permiten hablar de una notable rentabilidad del capital humano en España. Prueba de ello es que, de acuerdo con las estimaciones más recientes, el salario medio de los trabajadores con estudios universitarios y de aquellos con FP superior supera en cerca del 50 y del 25 por 100, respectivamente, al de los titulados en ESO.
No es ajeno a ello que el Estado contribuya, mediante el gasto público, a moderar los costes privados de la educación. Así, cerca del 90 por 100 de la financiación de la educación procede de fondos públicos, tanto en España como en la UE-27. A este respecto, no hay que olvidar que los beneficios sociales de la educación vienen dados por el incremento de la productividad futura y la colaboración, por esta vía, al crecimiento económico, hasta el punto de que la rentabilidad social de la educación en España tiende a superar al rendimiento del capital físico. Además, la educación también genera numerosos efectos externos positivos sobre la sociedad: en términos relativos, las personas tituladas suelen experimentar una menor tasa de desempleo, están más abiertas a la innovación, trasladan a sus hijos una mejor educación informal, se jubilan más tarde y son más participativas, todo lo cual conlleva beneficios sociales notables.