Читать книгу Regulación del trabajo y Política económica. De cómo los derechos laborales mejoran la Economía онлайн
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Con esta concepción liberal, las relaciones de trabajo comenzarán a regularse civilmente basándose en principios que se informan a través de la autonomía de la voluntad de las partes y el libre acuerdo a la hora de determinar el alcance y las obligaciones de cada una de ellas. En este sentido, el contrato civil de arrendamiento de servicios se instaura como tipo contractual cumpliendo su doble función constitutiva y reguladora, es decir, de un lado, la de la libre autonomía que se concreta en el hecho de que cualquier trabajador pueda obligarse contractualmente a ceder su fuerza de trabajo a cambio de una remuneración, libremente estipulada en el contrato con cualquier patrono que detentase una industria; de otro lado, la de su función reguladora, consistente en que el contrato se erige como la única fuente de las obligaciones entre las partes sin intervención estatal ni tampoco ningún tipo de posibilidad de acuerdo colectivossss1.
Ahora bien, esta supuesta libre autonomía no era más que el reflejo de la sociedad en la que la parte propietaria del capital puede imponer su voluntad, y sus intereses, sobre los no propietarios. De aquí que los trabajadores solamente pudieran aceptar las condiciones ofrecidas o no trabajar. De la misma manera, esta falta de poder de negociación de los trabajadores no solamente se manifiesta por el hecho de que tengan que aceptar las condiciones de trabajo ofrecidas por el capitalista, sino también que, durante la vigencia del contrato de trabajo, el empresario pudiera dar instrucciones, controlar y vigilar la prestación del servicio. Esto es, lo que hoy llamamos dependencia jurídica como requisito constitutivo de la existencia de un contrato de trabajo, en el inicio, es más bien una consecuencia de la prestación de servicios industrial –y de las condiciones socioeconómicas de los sujetos– y no un presupuesto.