Читать книгу Regulación del trabajo y Política económica. De cómo los derechos laborales mejoran la Economía онлайн
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De esta forma, como se observa, lo que diferencia en sus orígenes a un trabajador autónomo –lo que antes era un artesano– y un trabajador asalariado, no es que el segundo se comprometa a cumplir órdenes del empresario, sino que este no posee los medios de producción necesarios para ser productivo y necesita, por ello, vender su fuerza de trabajo –ni tampoco tiene el acceso directo al mercado y depende económicamente de quién sí lo tiene–.
La tecnificación de la industria y la aparición de la maquinaria productiva provoca otro efecto: la fungibilidad de la mano de obra. Mientras los artesanos necesitaban años de aprendizaje para poder producir piezas y productos, con la aparición del obrero de fábrica el proceso de aprendizaje es mucho más rápidossss1. Ello implica, una vez más, una reducción del poder de negociación del trabajador derivado de la alta sustituibilidad de un trabajador por otro. En efecto, el hecho de que no sea necesaria una formación costosa incrementó inmensamente el número de demandantes de empleo potenciales para cada puesto de trabajo disponible. Así, estando el trabajador “oculto” para el cliente final –dado que los comerciantes realizan esta función–, no siendo propietario de los medios de producción –que están en manos del capitalista– y no siendo necesaria una formación específica para ese tipo de trabajo, el trabajador carece de poder de negociación alguno para fijar, o negociar al menos, las condiciones de trabajo.