Читать книгу La soportable gravedad de la Toga онлайн

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A otro cliente que acudió con su hijo por segunda vez a mi despacho, con esa misma prudencia que reivindico le tuve que decir que no veía defendible la reclamación por el fallecimiento de su esposa, teniendo a mano un breve informe preparado para la ocasión que les fui leyendo, haciendo una parada en cada párrafo con comentarios añadidos. Tanto el padre como el hijo con educación pero también con indisimulada contrariedad me rebatían insistiendo en lo que consideraban un error médico evidente, citando a otros doctores que habían opinado sobre el caso. Les contradije el argumento con referencias a la historia clínica, pero ante su insistencia tuve que decirles: “hagan esta prueba (lo que yo llamo la prueba del algodón de la honestidad profesional), acudan de nuevo a esos doctores y pídanles que eso mismo lo informen o certifiquen por escrito”. No creo que los clientes vuelvan, pero yo me quedo más tranquilo, aunque entiendo su dolor que lo explica todo, pero no lo voy a incrementar con el predecible resultado de una demanda infundada.

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