Читать книгу La soportable gravedad de la Toga онлайн
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Pero, ¿realmente ellos provocan los pleitos o el conflicto ya latía en la sociedad y sólo han facilitado –aun con cierto exhibicionismo mediático– el acceso a la justicia, arrumbando los antaño vinculantes baremos colegiales de honorarios?
Vaya por delante que no comparto ciertas formas de promocionarse en nuestra profesión, pero creo que la patología social no es esa que describe Don Alejandro, sino otra más profunda que deriva de una Administración harto politizada e hipertrofiada y de unas instituciones financieras y de seguros que han campado, en ocasiones, al margen del Derecho.
La “pleitomania” no es la enfermedad sino el síntoma. Cuando en un país hay tantos abogados como médicos esto nos da la idea del tipo de males que nos aquejan, más sociales (la corrupción, como ejemplo) que individuales.
Cuestión distinta es que el conflicto interpersonal no sepa gestionarse por medio de soluciones extrajudiciales, y ahí sí creo que en nuestro país falta todavía mucho para que haya una auténtica cultura de la mediación, al confundirse lo jurídico con lo judicial. Buena muestra de ese modo que tenemos de entender la disputa es la clásica amenaza galaica entre colindantes: ¡te voy a meter un interdicto! (curiosa forma de visualizar la acción posesoria como si de un objeto penetrante se tratase).