Читать книгу Espiados. Un agente: Marcelo D'Alessio. Un juez: Alejo Ramos Padilla. El poder argentino, en jaque онлайн

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En cambio, el empresario y chacarero, Pedro Etchebest Rodríguez, agobiado por las últimas 72 horas que había vivido, decidió no viajar a la casa de sus hijos, y se quedó en Recoleta con Victoria, su esposa. El 29 de diciembre el hombre, que también fue guitarrista de Roberto Goyeneche décadas atrás, había tomado la drástica decisión de grabar las conversaciones que había empezado a mantener con Marcelo D’Alessio. El misterioso hombre se presentaba como espía, y en su figura pública se disfrazaba de abogado y especialista en narcotráfico. Este se había comunicado por primera vez con Etchebest el 28 del mismo mes. Hacía años que no entablaban diálogo.

Cuando Pedro Etchebest leyó los primeros mensajes se sorprendió al saber que el destinatario era el personaje con el que se había cruzado en un par de oportunidades allá por 2013, en la empresa Energía Argentina S.A. (ENARSA). En 2014 también lo vio varias veces en la coqueta oficina de Puerto Madero que el chacarero ocupó algunos meses. Ese año, Etchebest había subalquilado parte del espacio del cuarto piso del edificio de la calle Alicia Moreau de Justo 1150 a Ricardo Bogoliuk y Aníbal Degastaldi, dos miembros retirados de las fuerzas policiales que hacían tareas de inteligencia y seguridad. Compartieron secretaria y baño. Pedro iba pocas horas a la semana y fue en ese espacio que se cruzó al espía, quien visitaba a los otros dos miembros de la oficina y además tenía su propio lugar en el segundo piso. Eran vecinos edilicios.

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