Читать книгу Espiados. Un agente: Marcelo D'Alessio. Un juez: Alejo Ramos Padilla. El poder argentino, en jaque онлайн

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En el invierno de 2020 Marcelo D’Alessio contrajo coronavirus. Transitó la enfermedad en la Unidad Penitenciaria N° 21 del Hospital Muñiz. Cumplió medio siglo de vida tras las rejas y en soledad. Actualmente está alojado en el pabellón 1°B, celda 111, del Hospital Penitenciario Central (HPC) que funciona dentro del complejo carcelario de Ezeiza. Transita sus días en un rectángulo de 2 por 3 metros que tiene una pileta, inodoro y ducha. Son contadas las veces que salió, menos de una hora, a un pequeño patio que posee la unidad cerca de las cloacas. El olor que emanaban los sumideros hacía que las ganas de estar los sesenta minutos respirando aire fresco y puro se disiparan rápidamente.

Su abogado, Claudio Fogar, logró que tuviera un pequeño DVD, una radio que funciona con dos pilas y más de 20 libros que leyó en sus días de encierro. Las historias de aventura y las biográficas, como la vida de Alejandro Magno, son algunos de los escritos que le permitieron a D’Alessio dejar volar su imaginación. Ingresó a la cárcel sin necesitar ninguna medicación, y terminó con dosis diarias de 200 miligramos de sertalina, 4 de clonazepan y 200 de quetiapina8. “Un chaleco químico”, según definió su defensor a esta autora.

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