Читать книгу Espiados. Un agente: Marcelo D'Alessio. Un juez: Alejo Ramos Padilla. El poder argentino, en jaque онлайн

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Para ello, D’Alessio utilizó distintos métodos psicológicos. Primero, se hizo de información personal y sensible de la futura víctima, y hasta inventó una supuesta causa en su contra. Con la amenaza latente de dar a conocer el contenido obtenido, lograría “ablandar” a la persona y que esta cediese ante sus requisitos. De esta forma, pasaría de “víctima” a “arrepentido”.

Una vez logrado el cometido, el espía haría público el testimonio del arrepentido en medios de comunicación que, en el caso de D’Alessio, variaban en una primera instancia entre el diario Clarín y los canales de noticias A24, TN y El Trece. La seguridad del arrepentido estaría cerciorada una vez que su relato y su cara aparecieran en los televisores de los argentinos y argentinas. Por último, le tocaría el turno a la Justicia. Tras haber logrado un escándalo periodístico, habría una investigación de hecho que realizarían siempre, o casi siempre, el mismo fiscal y juez. De no ser así, el arrepentido sería quien, voluntariamente, declararía ante esas personas predestinadas a llevar adelante la investigación. Los variables dependerían del tipo de operación en cuestión.

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