Читать книгу Espiados. Un agente: Marcelo D'Alessio. Un juez: Alejo Ramos Padilla. El poder argentino, en jaque онлайн

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Terminó rápido su café, se acercó a Graña y, tras una breve presentación, le exteriorizó su angustia: “Estaba siendo amenazado por supuestos ejecutivos venezolanos de la empresa PDVSA y presuntos agentes bolivarianos. El Servicio de Inteligencia venezolana (SEBIN) le había rodeado la casa”. Le adelantó al periodista que tenía dos discos rígidos con información para entregarle y conseguir, así, un reaseguro mediático.

Graña prestó atención a las palabras de Brusa Dovat y, tras intercambiar números de teléfono, acordaron un nuevo encuentro para desentrañar lo que estaba ocurriendo. Días después el periodista se comunicó y le propuso encontrarse en la sede de su productora, “El Galeón Producciones”, sobre calle Humboldt en el barrio Las Cañitas. Sesenta minutos fueron suficientes para que Graña notase la magnificencia del hecho. Gonzalo Brusa Dovat le aportó información con relación a las actividades de la compañía, pero, a cambio, le esgrimió una serie de condiciones: no quería fama, no quería hacer ningún tipo de entrevista, no le interesaba ninguna compensación económica y mucho menos que su nombre fuera público. Asintió a sus requisitos y le sugirió una nueva reunión a la que sumaría a un conocido suyo, que había actuado en la causa de Gas Natural Licuado (GNL) y había trabajado en Energética Argentina S.A. (ENARSA): Marcelo Sebastián D’Alessio11.

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