Читать книгу Espiados. Un agente: Marcelo D'Alessio. Un juez: Alejo Ramos Padilla. El poder argentino, en jaque онлайн

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El ablande

El viernes 25 de enero, D’Alessio contactó por WhatsApp a su víctima Brusa Dovat. Malas noticias. El juez Marcelo Aguinsky, titular del Juzgado Nacional en lo Penal Económico N° 6, tenía en su poder una “precausa” contra él y sus excompañeros. Había sido armada por Ángel Morales, expresidente de PDVSA en Argentina. Al escuchar el audio del espía, un frío cosquilleo rodeó el cuerpo del empresario uruguayo.

Pero si Marcelo Sebastián traía un problema, también llevaba una solución. Afortunadamente D’Alessio tenía cierta influencia sobre el juez Aguinsky y podía desactivar la “precausa”. Para que no le quedaran dudas al exdirector de logística de la firma energética, el extorsionador comenzó a soltarle información sensible respecto de su historial laboral, económico y migratorio. Oración a oración, Brusa Dovat podía leer en su WhatsApp datos que creía resguardados por un sinfín de contraseñas.

Era fundamental que la ahora víctima ahondara en su memoria y pudiera recordar, o recrear, o inventar en este caso, ciertos supuestos ilícitos que ocurrieron en la compañía venezolana mientras cumplía sus jornadas laborales. Esa información iba a ser vital para que D’Alessio intercediera ante el magistrado del Juzgado Nacional en lo Penal Económico N° 6, y lograra que este dejara la precausa traspapelada en su despacho de forma tal que nunca pudiera ser investigada.

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