Читать книгу Espiados. Un agente: Marcelo D'Alessio. Un juez: Alejo Ramos Padilla. El poder argentino, en jaque онлайн

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El primero de febrero Marcelo Sebastián ya sabía que tenía el teléfono intervenido. Vivía de hacer inteligencia y ello le generaba redes de contactos que le informarían cuando al que estuvieran investigando fuera él. Y esas redes se activaron por esos días. Sin embargo, nada de ello le impidió seguir con sus labores.

Se reunió, una vez más, con el “Centeno de PDVSA” en el Café Martínez del barrio de Caballito y ejecutó una nueva faceta de la operación psicológica. Ablandado y habiendo dado un testimonio público al multimedio hegemónico Clarín, era hora de pulir qué le diría al fiscal. El relato tenía que cuajar a la perfección, igual que las agujas de los relojes de colección de Carlos Stornelli.

“Fue el encuentro más agresivo porque además de hablarme del armado de la precausa, me indicó los términos de lo que yo debía denunciar judicialmente, y me pidió más información detallada sobre operaciones de PDVSA en Argentina”20, confesó Brusa Dovat. Por ello, no sorprendió que asintiera a cada una de las peticiones, estaba viviendo un verdadero calvario. D’Alessio le comunicó que a las 19 horas había pautado una nueva entrevista con el periodista Rodrigo Alegre para el noticiero de Canal 13. Acordaron que lo pasaría a buscar con su Land Rover por su domicilio.

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