Читать книгу Espiados. Un agente: Marcelo D'Alessio. Un juez: Alejo Ramos Padilla. El poder argentino, en jaque онлайн

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Rolando Hugo Barreiro (RH): Juaaaa quién es ese?

MD: El exdirector de PDVSA

RH: Pufffff qué bomba (…) Excelente como siempre23.

El domingo el escándalo PDVSA fue inevitable. La nota se publicó en el diario más popular el día de mayor tirada. La red social del pajarito ardía. Más de una docena de periodistas se habían horrorizado con el nuevo hallazgo de Santoro. Dirigentes políticos opinaban e invitaban a reflexionar sobre temas como la Patria, la democracia y demás baluartes. La empresa petrolera venezolana tenía una cara: la del corajudo y arrepentido Gonzalo Brusa Dovat.

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El primer lunes hábil del mes de febrero a las 9:30 de la mañana Marcelo Sebastián D’Alessio, junto a sus dos custodios, fueron en su Land Rover azul oscura, patente AB 908 FA, a buscar al abatido y arrepentido a su domicilio para llevarlo al Palacio de Justicia radicado en Retiro. Arribaron a destino y tomaron el ascensor hasta el quinto piso donde se encuentra la Fiscalía Federal N° 4. El bronceado funcionario público, producto de sus extensos días de descanso en Pinamar, tardó unas tres horas en atenderlos. Durante la angustiante espera, D’Alessio le reiteró a Brusa Dovat qué decir y cómo debía denunciar. Frase tras frase, machacó en que era de vital importancia que su relato coincidiera con la nota que había publicado el diario Clarín.

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