Читать книгу Sin miedos ni cadenas. Lecturas devocionales para damas онлайн

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Vivimos vidas frenéticas, como haciendo malabares con antorchas encendidas. Para intentar mantener en equilibrio la carrera, la familia y la iglesia, nos movemos cada vez con mayor rapidez. Corremos de un sitio a otro, agotadas e irritables, pensando que no tenemos otra opción. Y si por cualquier razón llegamos a pasar cinco minutos en un día sin hacer algo, nos sentimos culpables. Dios quiere liberarnos de esta esclavitud productiva. Por eso, nos llama al silencio del alma y al descanso (Mat. 11:28-30). Él nos invita a que la prioridad sea ser, y no hacer. “Dios nunca le dice a su pueblo: ‘¡Apúrense, muévanse, más rápido!’ ”, escribe Cindi McMenamin en When Women Long for Rest, When You’re Running on Empty [Cuando las mujeres anhelan el descanso. Cuando avanzas con el tanque vacío]. “En cambio, las palabras de Dios son: ‘Estad quietos’; ‘esperad’; ‘descansad’. El sendero santo es uno que llevará tiempo recorrer. Incluirá esperar. Incluirá confiar. Pero será apacible, y encontrarás reposo para tu alma”.

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