Читать книгу Sin miedos ni cadenas. Lecturas devocionales para damas онлайн
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Pedir ayuda es un signo de fortaleza. Cuando Jetro vio que Moisés se pasaba el día entero resolviendo las disputas del pueblo de Israel, le dijo: “No está bien lo que haces […] porque el trabajo es demasiado pesado para ti; no podrás hacerlo tú solo” (Éxo. 18:17, 18). No es que el trabajo en sí mismo fuera malo o pecaminoso, sino que era demasiado para una sola persona. Moisés necesitaba priorizar y delegar. Jetro sugirió que Moisés pusiera jefes de millares, de centenas, de cincuenta y de diez para juzgar los problemas pequeños. Los asuntos graves podían ser traídos a Moisés, quien ahora tendría tiempo para enseñar las leyes y ordenanzas al pueblo.
Moisés aceptó las sugerencias de Jetro con humildad y las puso en práctica. Moisés pudo hacer esto porque su identidad no estaba basada en su trabajo. Muchas veces, como mujeres, nos cuesta delegar porque queremos sentirnos indispensables. Aunque terminemos agotadas, continuamos cargando con una tonelada de actividades para demostrar que somos capaces, irremplazables. “Como a la mayoría de las mujeres, me agrada que me necesiten”, escribe la psicóloga Marcia Eckerd en su artículo “Letting Go of Being Indispensable”. “Siento la necesidad de estar al tanto de todas las cosas… [pero] tuve tiempo para pensar. Me di cuenta de que debía dejar a un lado […] la sensación de que era (o debía ser) indispensable para todo y todos”. Pedir ayuda es un signo de fortaleza: implica que finalmente entendemos y aceptamos nuestros límites.