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Por el contrario, cuando te rodea la luz de la mañana, cuando el Sol reconforta tu alma, es más fácil que te sientas a gusto y feliz. Ves todo a tu alrededor con claridad, tanto lo bello como lo triste. Ves lo que te rodea y ves el camino que tienes por delante.
Jesús nos dice que es la Luz del mundo (Juan 8:12). Él puede alumbrar las zonas oscuras de nuestra vida y nuestro entorno para aclarar las cosas, “calentar” nuestro ser y acabar con nuestra tibieza (Apoc. 3:16). La Biblia dice que el rostro de Dios resplandece y puede reflejar su luz sobre nosotros (lee Núm. 6:24-26; Mat. 17:2; 28:3; Sal. 80:3, 7). Cuando Moisés descendió del Sinaí, después de haber estado en la presencia de Dios, su rostro brilló durante varios días debido al tiempo que había pasado con el Señor (Éxo. 34:29-35).
Mientras pensaba en mi deseo de reavivar mi relación con Dios, me di cuenta de que nunca podría conseguirlo a menos que pasara más tiempo de alta calidad con él. Así que, desde entonces, constantemente me hago el siguiente par de preguntas: