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Evaristo había sido su hijo del corazón, el hijo a quien ella cuidó y alimentó hasta que pudo, hasta el día en que, ya el joven tomó las riendas de su vida y eligió el mal camino.

El mal camino lo llevó a la mala junta, hasta que un día apareció apaleado y muerto quién sabe por quién, porque nunca se supo quién o quiénes le quitaron la vida.

Se produjo un largo silencio, tan largo como una pena amorosa. Ramona guarda un amor de madre por el Evaristo.

Dos gotones que caen por los pómulos como lentos y minúsculos ríos en busca de su cauce son la prueba certera de que Ramona reconoce al hijo que vuelve de tanto en tanto.

Entonces con la respiración agónica. Ramona pide a la comadre su compañía para ir a pedir al cura del pueblo a que eleve oraciones a la querida memoria y pueda ayudar al Evaristo a descansar en paz.

Con el nombre de María

A mi amiga Ali

La cocina es el lugar predilecto de mi casa. En este ámbito es donde desarrollo mi arte con verdadera pasión. Siempre aromatizada ella huele a perejil, a orégano y albahaca. Almaceno condimentos, los limpio, los peso, los machaco, los tamizo.

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