Читать книгу Reposo divino para la inquietud humana онлайн
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La notable ingenuidad de tal teoría ha sorprendido a algunos eruditos. Karl Budde, por ejemplo, manifiesta su desacuerdo con tan infundada hipótesis indicando que no hay “una sola palabra en Ezequiel que prescriba ningún nuevo modo de celebrar el sábado. Al contrario, Ezequiel se queja constantemente (20:12; 22:8, 26; 23:38; 44:24) de que durante muchos años [...] Israel ha fallado en la observancia del sábado en su significado tradicional”.28 Los defensores de la teoría de la luna nueva también ignoran textos tan antiguos como 2 Reyes 4:23 y 2 Reyes 11:4 al 12, que hablan del sábado más de dos siglos antes de la época de Ezequiel.29 Además, esos eruditos no consiguen explicar cómo un “sábado mensual” pudo convertirse en un día semanal de descanso y adoración, totalmente al margen de la luna llena. Si los israelitas hubiesen observado realmente durante siglos la luna llena, ¿por qué no se conservan vestigios de esa observancia? Esta teoría ignora además que el plenilunio, en hebreo, no se llama šabat sino kese (Sal. 81:3), un vocablo sin ninguna relación etimológica con el šabattu acadio. Todo da a entender que el mes lunar babilónico (con sus días nefastos y su šabattu) no ha ejercido ninguna influencia directa en el origen del calendario y del sábado hebraicos. También corrobora esta conclusión el hecho de que los nombres de los meses en hebreo no tengan ninguna similitud con los babilónicos.30 Cualquier semejanza etimológica o ideológica entre los šabattu, días nefastos de Babilonia, y el sábado de los hebreos debe ser explicada, por consiguiente, sobre la base de una herencia semítica común. El pueblo babilónico y el hebreo estuvieron relacionados entre sí lingüística y culturalmente, y ambos pudieron fácilmente haber derivado sus conceptos acerca del sábado a partir de una fuente común. Sin embargo, como ocurre con los relatos de la Creación (Enuma Elish) y del Diluvio (Epopeya de Gilgamesh), también el sábado de la Creación pudo haber sido deformado y convertido de un día sagrado en un día nefasto relacionado con las fases de la Luna. Pero, una evolución de este tipo sugiere no tanto una derivación como un deterioro del sábado original. Desde luego, en el šabattu, o día nefasto babilónico, no se encuentra ningún vestigio de los elevados propósitos y valores humanos expresados en el sábado bíblico.