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Conclusiones

Tres principales conclusiones parecen desprenderse de este rápido vistazo sobre los testigos bíblicos e históricos del origen del sábado. Primera: En las Escrituras hay un innegable consenso en apoyo del origen creacionista del sábado. Segunda: La tradición judía más antigua e importante remonta el origen del sábado a la culminación de la Creación. Tercera: Hemos encontrado en la historia del cristianismo un apoyo considerable al origen edénico del sábado, no solo entre los observadores del séptimo día, sino también entre muchos partidarios del domingo. Estos últimos han defendido el valor del sábado como norma establecida en la Creación para justificar el domingo como “sábado cristiano”. El sábado de la Creación ha sido principalmente atacado desde dos frentes: de una parte, por cristianos en guardia contra el sabatismo legalista; de otra parte, por los críticos que rechazan la historicidad del Pentateuco y en especial del relato de la Creación.

Argumentar aquí la validez del sábado como una norma recibida de la Creación sobre la base dominante de un presunto apoyo histórico sería tomar la Historia como criterio último para aceptar o rechazar cualquier doctrina bíblica. Pero el voto de la mayoría no es un principio aceptable de interpretación bíblica (hermenéutica). Nuestro examen solo ha pretendido mostrar que la creencia en el origen divino del sábado está profundamente arraigada tanto en las Escrituras como en la historia. Rechazar tal enseñanza calificándola de “supersticiosa, legalista e inconsistente ante la ciencia moderna” puede llevarnos a caer en un grave error, porque tal calificación no proporciona una razón suficientemente honesta para desechar un precepto bíblico ni para dispensar al creyente de la obligación de cumplirlo.

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