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La Tradición Reformada

Calvino reconoció que el sábado había sido instituido por Dios en la Creación. En su Comentario sobre Génesis 2:3, escrito en 1554, afirma: “Así pues, en primer lugar Dios descansó; luego bendijo este descanso, para que siempre fuese sagrado entre los hombres; por lo tanto dedicó al descanso cada séptimo día, para que su propio ejemplo fuese una ley perpetua”.155 Un año antes de su muerte (1564), reitera esta misma convicción en su Armonía del Pentateuco, diciendo: “Ciertamente Dios se reservó para sí mismo el séptimo día y lo santificó cuando terminó la creación del mundo, para que mantuviese a sus siervos unidos y libres de todo cuidado para la contemplación de la belleza, excelencia y perfección de sus obras”.156 Unos párrafos más allá, Calvino explica que “la santificación del sábado fue anterior a la Ley”.157 Dios reiteró este Mandamiento en tiempos de Moisés porque con el paso del tiempo “se había extinguido entre las naciones paganas y se había descuidado casi totalmente entre la raza de Abraham”.158

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