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El sábado de tarde, como a las 14:00, me escribió la misma señorita, diciéndome que vendría a ver a Mía a la tarde. ¿Querría adoptarla? ¡Qué nervios! Cuando la vio, se encariñó y se la llevó para darle un hogar permanente.

Emily, Melissa y yo nos quedamos un momento para orar, agradeciendo a Dios por honrar nuestra débil fe, cumpliendo en darle un hogar a Mía, ¡Quince minutos antes de que acabase la semana!

Cinthya

10 de enero


El piano

“A los que aman a Dios todas las cosas les ayudan a bien” (Romanos 8:28 p.p.).

Nunca imaginamos que Dios respondería tan rápido a nuestro pedido. Hacía como un año que, viviendo en Argentina, habíamos comprado un piano en Uruguay porque una familia sería trasladada, y en su mudanza podría traerlo. Comprar un piano había sido un deseo muy acariciado. La música era parte de nuestra familia y ansiábamos poder tener ese precioso instrumento en casa.

Por alguna razón la familia no incluyó a nuestro amado piano en su lista de mudanza. Tal vez fue un simple olvido. Y quedó en la casa de unos hermanos, sin que nadie lo ejecutara. Como si eso fuera poco, el piano molestaba, pues en su pequeña sala no podían prender la estufa a leña.

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