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Pensaba para ella: Espero que no se les ocurra cruzar el río, porque viene rugiendo desde ayer tarde.
Esposo: Muy fuerte y viene trayendo árboles enteros. María, nadie es tan loco como para meterse en el río con un tractor.
Sin embargo, se escuchaba aún lejos y en un momento pareció que, con el motor en marcha, no avanzaba, pues el ruido era sereno y como si hubiera parado cerca de las huellas hondas o por ahí cerca, seguro que se han encajado o colgado, lo más que podrán avanzar si salen será hasta el páramo abandonado que está más adelante y luego tienen el río, no hay más dónde ir.
Ya habiendo terminado el desayuno, escucharon ese motor rugir nuevamente, a lo que acotó de nuevo el esposo de María: Les queda un largo trecho todavía, como para llegar hasta el río. Bueno, María, me voy, cuando vengan los otros a buscar los animales, antes de que se pierdan, así que no me esperes al mediodía, tal vez a última hora de la tarde o a la noche. Me avisaron que están para el lado del río arriba.