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Cada que pienso en esto viene a mi mente esta frase: “Todo es relativo”. La realidad es que siempre habrá quienes tengan la vida más fácil o más difícil que nosotros. Pero si les preguntáramos, dirían que han sufrido de una u otra forma y que han pasado momentos en los que sintieron que era el fin.

Una de las frases que tengo tatuada en mi mente como un mantra es la siguiente: "Lo que sientes no es debido al problema en sí mismo, sino a la forma en que lo interpretas”.

Es decir, a la lectura que le damos a esa dificultad. Lo que interpretamos hace que nuestras emociones se distorsionen y desemboquen en pensamientos tóxicos.

"Lo que sientes no es debido al problema, sino a la forma en que lo interpretas".

Por eso, al cambiar los lentes con los que leemos esa situación adversa, cambia también lo que sentimos acerca de ella. Por ejemplo, imagina que tu pareja te es infiel. ¿Qué sentimientos tendrías si tu voz interior te dice que esa persona a la que tanto querías te traicionó? ¿Lo verías como una injusticia que no mereces? Quizá experimentarías un coctel de tristeza, coraje y decepción tan fuerte que lo sentirías dando vueltas por tu torrente sanguíneo.

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