Читать книгу Ester y Mandrágora 2. De amor y de magia онлайн
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Mandrágora hizo una mueca desagradable:
–Bueno, yo no diría tanto...
–Pero sí, es lo mismo, ¡todo es lo mismo! –se enojó Ágata–. La luz de las velas parpadea cuando alguien quiere hablar con nosotras. A ellos les suena el teléfono. ¡Es igual! Nosotras nos acercamos a la llama para susurrar, ellos se pegan el aparato a la mejilla.
En ese momento, traté de hacer una broma:
–¡Tengamos en cuenta que es mejor tener un teléfono en el bolsillo que una vela encendida!
Pero a mi gato no le causó ninguna gracia.
–Mi querido Mandrágora –concluyó Ágata tajante–, vela o teléfono, magia o tecnología, en cualquier caso, ¡nada de eso fue inventado por un gato!
Mandrágora estuvo de mal humor toda la noche. Incluso creo recordar que se fue a dormir sin cenar.
–Ester... ¿Puedes ir a buscar el correo? –repitió Ágata.
En ese instante, algo me intrigó. ¿Su insistencia? ¿Su sonrisita? ¿Su mirada maliciosa?
–¿Y bueno, vas a ir o no? –gritó Mandrágora empujando su plato–. ¡Hasta cuándo! Ágata te lo ha pedido tres veces. Es encantadora, nos aloja, nos cuida día y noche y la señorita Ester Fortecilla no se digna a hacerle un mínimo favor.