Читать книгу El Pueblo del hielo 10 - Tormenta de invierno онлайн

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—Bésame, Niklas —había dicho Villemo, riendo.

—¿Por qué rayos haría eso? — replicó él, enfadado y sorprendido.

—Por nada en particular —respondió ella—. Solo porque me encantaría experimentar qué se siente.

—¡Estás loca, Villemo!

—Está bien, entonces ¡no lo hagas!

Ella se había dado la vuelta y comenzado a alejarse.

—Villemo ¡espera!

—¿Sííí? —había respondido ella, vacilante. Él comenzó a tartamudear.

—Quizás... quizás a mí también me gustaría saber cómo se siente.

—¡Espléndido!

—De todos modos, no significará nada.

—¡Claro que no, Niklas!

Experimentaron su primer beso con torpeza y cautela, tal como lo ha hecho la juventud desde tiempo inmemorial. Actuaron, fingiendo estar enamorados el uno del otro, acariciando la piel del otro con los labios.

—Mmm... Te amo, te amo —había susurrado ella sobre el cuello de Niklas. Él la había mirado horrorizado.

—¿Hablas en serio?

—Oh, tonto. Ahora has roto el hechizo.

Él parecía un poco ofendido, pero luego regresó al juego y cuando él le susurró «te amo», a ella, ella comprendió por qué él había reaccionado así ante sus palabras, porque ella había estado a punto de creer que él hablaba en serio. Había sentido sorpresa porque él había usado esas palabras preciosas y a su vez decepción de que fuera solo un juego. Y ella también experimentó un cosquilleo leve.

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