Читать книгу El Pueblo del hielo 10 - Tormenta de invierno онлайн
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—¡Vaya emoción que traes al juego! —había susurrado ella—. ¿En quién piensas?
—No es asunto tuyo. ¿Y tú? Eres bastante apasionada. ¿En quién piensas tú?
—No pienso en nadie —había dicho Villemo, generalizando—. Solo me siento maravillosa.
—Mmm —dijo Niklas. Y luego, de pronto, añadió—: No, este juego es muy estúpido. ¡Nunca lo volveremos a hacer!
Él la soltó de modo tan abrupto que ella estuvo a punto de caer al suelo.
—Pero fue encantador —rio ella.
—Sin dudas fue encantador —admitió él—. Pero ya me he olvidado. Cada uno debería volver solo a casa. —Luego, partió.
Y con tembloroso entusiasmo despierto por primera vez en su cuerpo, Villemo regresó a casa con prisa.
—Una nueva pista —dijo Irmelin. Villemo centró de nuevo la atención en la búsqueda.
No tuvieron que caminar muy lejos antes de encontrar al otro hombre. Estaba en el suelo, pálido, apretando los dientes y con el cabello pegado en su frente sudorosa.
—Oh, cielo santo. Es Eldar —susurró Niklas—. ¡Estamos en aprietos!
—Él parece estar en una situación más difícil que nosotros —dijo Villemo.