Читать книгу El Pueblo del hielo 10 - Tormenta de invierno онлайн

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—Era lo mínimo que él podría haber hecho. Pero quedamos al servicio de Graastensholm. No olvides que antes éramos granjeros libres. Así que él sabía cómo humillarnos.

—Lo que acabas de decir es tan irracional que ni siquiera me molestaré en responder. Cielo santo, ¡alza la pierna!

—Ni muerto lo haré. ¡Aléjate de mí!

Villemo estalló como un barril de pólvora.

—¡Alza la pierna, maldito idiota! —rugió ella tan fuerte que resonó en el bosque. Al mismo tiempo, alzó la extremidad del hombre y retiró la bota de un tirón. Eldar gritó, lleno de dolor y furia.

La sangre cayó de su bota. Tenía la pierna entera cubierta de sangre oscura y coagulada. Irmelin recogió agua del arroyo y limpió la pierna para que pudieran localizar la herida. Eldar ya no se resistía. No tenía fuerzas para hacerlo. Permaneció recostado, débil y dolorido, pero aún los insultaba como un desquiciado.

A lo largo de los años, Niklas había tenido cuidado de no mostrarle a nadie sus manos sanadoras porque no quería que las personas acudieran a él o lo trataran como un santo. Ni siquiera ahora quería colocar sus manos sobre la dañada y musculosa pierna de Eldar mientras las chicas vendaban la herida lo mejor posible. Ese amargado tendría que arreglárselas sin los poderes curativos de Niklas.

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