Читать книгу El Pueblo del hielo 10 - Tormenta de invierno онлайн
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Pero no podía negar que Eldar también se había convertido en un hombre extremadamente atractivo. Había despertado una sensación imprudente en ella, el rasgo que sus dulces padres habían intentado contener de modo incesante. Sabían que siempre era una señal de advertencia que anunciaba un truco sucio de parte de Villemo.
Pero ella había decidido que por el momento se comportaría. Decidió ser amistosa con Eldar sin importar lo agresivo que él hubiera sido antes.
Eldar se detuvo en las lindes del bosque. Las casas bajas del Bosque Negro yacían ante sus ojos. Él sujetó con firmeza una rama para mantenerse erguido y dijo:
—Ahora podéis iros al infierno. Puedo arreglármelas solo.
De inmediato, Villemo olvidó sus nobles intenciones de ser amistosa.
—Como quieras —replicó con un tono levemente odioso porque veía que él no sería capaz de caminar lejos—. Llévate la cesta con comida para tu familia.
—No queremos ni un trozo de vuestra comida podrida —dijo él con brusquedad.
—Tal vez deberíamos habernos dado la vuelta para que pudieras robar la cesta —espetó ella—. ¿Eso te hubiera hecho sentir mejor?