Читать книгу El Pueblo del hielo 10 - Tormenta de invierno онлайн

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Eldar había detenido la marcha en la lenta caminata a su hogar. Enderezó la espalda y miró a Villemo.

—No entendéis qué significa ser del Bosque Negro.

—Oh, claro que lo entendemos —replicó Villemo—. Sois orgullosos y arrogantes y no os importa nadie más.

Por un breve instante, vio algo más en los ojos de Eldar: amargura cansina y resignación.

—No —dijo él en voz baja—. No habéis entendido nada.

Para su propio asombro, Villemo no supo qué responder.

Poco después, vieron la pequeña granja, el Bosque Negro, entre los árboles. Villemo nunca había estado allí, solo la había visto de lejos, desde la cima de la cordillera. Tenía un buen tamaño, era más grande que las otras granjas, pero aún pertenecía al terreno de Graastensholm. Eso implicaba que sus habitantes debían trabajar una temporada en la granja grande. Pero la familia del Bosque Negro apenas asistía y los Meiden habían tenido todo el derecho de echarlos de allí de haberlo deseado... pero no lo hicieron. Los Meiden no querían desalojar a nadie.

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